El obispo de Menorca, Mons. Francisco Conesa, nos comparte esta reflexión con motivo del Día de la Caridad. En ella destaca la gran labor de Cáritas Menorca para hacer frente a las dificultades de la pandemia y agradece la gran solidaridad de la sociedad menorquina.
Hemos vivido un año especialmente duro para muchas personas, porque, además del sufrimiento que ha supuesto la enfermedad del Covid-19, ahora nos tenemos que enfrentar con las consecuencias económicas y sociales de más de un año de confinamiento y restricciones. Gracias a Dios, son también muchas las personas que han estado pendientes de los demás, les han acompañado y han intentado aliviar su sufrimiento. También la Iglesia de Menorca se ha sentido llamada en este tiempo a ser, de manera especial, una Iglesia samaritana, que se pone al servicio de todos. Nuestras parroquias e instituciones han realizado un gran esfuerzo por atender al máximo número posible de personas. Es tiempo de agradecer a todos este trabajo.
En primer lugar, debo mencionar a los voluntarios de Cáritas, que con una gran generosidad, han ofrecido su tiempo y su saber para ponerse al servicio de los más vulnerables. No son pocos los que han reaccionado frente a la pandemia ofreciéndose para ayudar a los demás y se han incorporado al voluntariado de Cáritas. En la memoria de este año se constata que en Menorca se han incorporado 90 nuevos voluntarios. El mejor patrimonio que tiene nuestra Cáritas son, sin duda, sus todas esas personas que, de manera silenciosa y muchas veces oculta, colaboran en las acciones promovidas por Cáritas. El Papa Francisco dijo de ellos que eran “artesanos de la misericordia”, porque con sus manos, sus ojos, su cercanía y sus caricias hacen visible la misericordia (5-9-2016).
Es de justicia reconocer también la labor extraordinaria que realiza el equipo de Cáritas Menorca, tanto sus directivos como los técnicos. Podemos decir con satisfacción que, a pesar de las dificultades vividas, Cáritas no ha cerrado y ha mantenido en funcionamiento los servicios básicos. Todo ello es debido al personal que forma parte de esta gran familia que es Cáritas. No sólo son buenos profesionales, sino también unas personas cargadas de humanidad. Un sello distintivo de Cáritas es que la atención que se presta no sólo es técnicamente correcta, sino que se realiza desde el corazón, con una dedicación al otro que sale del corazón, para que el otro experimente que el amor y la misericordia no son sólo ideas o palabras bonitas, sino acciones concretas.
Mi gratitud se hace extensiva también a la sociedad menorquina, porque se ha mostrado muy sensible al sufrimiento de los más pobres y ha reaccionado con generosidad. Durante el último año, los donativos a Cáritas han crecido un 400 %, lo que ha permitido poner en marcha muchos proyectos y atender a muchas más personas. También las aportaciones en alimentos se han desbordado. Uno de los proyectos de Cáritas ha sido el “Fondo de Solidaridad”, que en un año de funcionamiento ha podido proporcionar distribuir 93.267,11 €, para ayudar a pagar alquileres y suministros básicos. Son muchos los particulares que han contribuido a hacer posible estas ayudas, pero también las empresas se han implicado, contribuyendo a paliar los efectos negativos del tiempo de pandemia. ¡Ojalá todo ello nos ayude a pasar del individualismo a la fraternidad! Nuestra sociedad será más digna del ser humano, cuando crezca en solidaridad.
Gracias a todos porque, con vuestra aportación, se ha podido atender a muchas más personas (en la memoria se dice que un 40 % más que en años anteriores). Queda aún mucho camino por recorrer. No nos cansemos de trabajar para dar lugar a una sociedad en la que nadie quede en el margen ni arrinconado, en el que cada ser humano vea respetada la inmensa dignidad que le corresponde.
+ Francesc, bisbe de Menorca